miércoles, 27 de enero de 2010

Sabines y el lenguaje de los niños

Hay un poema de Jaime Sabines que me trae muchos recuerdos acerca de una personita (disculpe usted si suena cursi, pero no encuentro otro sustantivo mejor) a la que aprecio mucho: Julito (4)

Este poema, escrito en prosa por Sabines como parte de sus Poemas sueltos (1951), narra, literalmente, como el poeta y su esposa aprendieron a descifrar el incipiente código de su hijo Julio, mientras éste aprendia el lenguaje de sus padres, corrigiéndolos en situaciones francamente chuscas y tiernas a la vez. El suceso es contado desde estas correcciones y va dando un giro hacia las impresiones sobre la muerte -un tema que ocupó una buena parte de la obra de Sabines- mezcladas con la inocencia con la que su hijo desdeña una figura que "está fea"

La primera parte de este poema, al escucharlo por primera vez en la copia que tengo del recital de Sabines en Bellas Artes de 1996, me trajo a la memoria el proceso de crecimiento de mi sobrino Roberto, de como poco a poco su familia le fue enseñando a hablar y como él, al aprender, corregía en situaciones muy parecidas a sus padres, abuelos, o tías. Es increible como se le enseñan a los niños identificaciones sencillas para nombrar cosas, objetos o lugares y que, a pesar de que esas palabras creadas ipso facto para enseñarles el mundo se quedan en su memoria, aprenden, tarde o temprano, la denominación correcta y "corrigen" a los adultos". Como bien cita el buen Jaime "su capacidad de aprender es mayor que la nuestra de olvidar"

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