domingo, 15 de julio de 2007

Réquiem por un MP3 (2006-2007)

Una rola de Zoé, antes de apagarte porque perdía los contenidos de la probabilidad básica que no lograron entrar a mi cerebro en un semestre. Unos ejercicios resueltos y, al juguetear un rato con tu palanquita multiusos que cambiaba de canción o de frecuencia, seleccionaba funciones o eliminaba archivos que considerabas "sin formato", se rompió. No te desplazarías más por ese universo de playlists, discos o podcasts que en tus buenos tiempos almacenaste.

Recuerdo todos esos largos viajes por la ciudad donde tú depositabas en mis oídos la música que previamente te cargaba desde la computadora, ya fueran canciones sueltas o discos enteros que luego se los daba a conocer a cualquier persona que conociera. También cuando acompañabas mis lecturas en algún lugar apartado de un andén del metro o los momentos de plasmar mis escritos en ese cuaderno tan entrañable con una pintura de Van Gogh, quien también ha terminado por volverse un multiusos. Y siempre había 5 pesos, o 12, para alimentarte de energía cuando la batería me comunicaba con el caballito chistoso de la pantalla un "Bye-Bye" que podía no dar más sonido si no había electricidad portable en el compartimiento respectivo.

Eres la memoria de momentos que me hicieron llorar, como al oír el track oculto del disco de los Magic Numbers y acordarme de cuanto extraño a Mariana; aunque también me sacaste risas al oir los podcast de Olallo Rubio (si es ciertooooo... jajajajajaja). Cuantos MP3 y alguno que otro archivo de Windows Media no pasó por tus circuitos. 483 MB (y no 512, como engañosamente decía la caja que te contuvo desde quien-sabe-cuanto tiempo antes de que llegaras a casa) que guardaron siempre un repertorio que ponía música cuando trataba de dormir o estaba lejos de mi hogar.

Adiós e-bit*, en verdad que te echaré de menos...

*Nombre comercial de mi reproductor de MP3, quien el pasado viernes 13 de julio dejó de funcionar.