martes, 13 de noviembre de 2007

Monologando pensé...

que soy un vil fracaso. Y no lo digo en vano. Luego de que el café internet donde laboraba fue asaltado, decidí volver a buscar trabajo (por lo menos mientras reabría el negocio) y, por un milagro, recibí una llamada de la primer escuela donde solicité trabajo de maestro. La llamada fue un milagro, pues estaba conectado a Internet vía módem y la llamada entró. De inmediato me alisté para presentarme en el lugar, una escuela de computación similar al CCPM ubicada relativamente cerca de mi casa y tras una breve explicación de lo que haría, comencé a trabajar. Pero mi ánimo se derrumbó al saber que en todos los grupos cada alumno estaba viendo cosas distintas: que uno veía Word, otro Excel, otro Visual Basic y así; lo otro que me quitó el ánimo fue el horario tan pesado (7:00 a 20:30 hrs. de lunes a viernes y sábado de 8:00 a 12:00 hrs) y el hecho de que, aparte de dar clases, tendría que reclutar alumnos en puntos de afluencia, dándoles informes, vendiendo una idea demasiado fraudulenta (computadoras en mal estado, sin los programas necesarios, instalaciones deplorables, enseñanza deficiente y por un precio donde los alumnos no se comprometían a aprender). Mi modo de trabajar, simplemente a algunos no les pareció (a la mayoria les vale madre y creen que el maestro es el responsable de su aprendizaje tan solo por pagar una cantidad de dinero) y se dieron de baja. Lo que más me enoja es que esta situación se sabía desde el jueves (día que falte por arreglar un problema) y, el director (quien además es el maestro de inglés y una persona que no tiene respeto por la clase de otros, ya que se metía cuando le daba la gana y sin tocar la puerta para empezar a platicar con las chicas) ni siquiera tuvo el valor de decirme lo que pasaba lo antes posible. El milagro entonces se había convertido en una especie de fastidio para mi durante la semana en la que debí adaptarme al trabajo.

El lunes, justo cuando la situación empezaba a normalizarse, en mi primer clase de la tarde fui interrumpido para que me comunicaran la noticia de mi despido. Me sentí como si desde un principio hubieran planeado deshacerse de mi (vi un anuncio de vacante en internet y me había encontrado una solicitud de empleo en el escritorio de la recepción). Me despedí de los alumnos y de todo el personal que me encontré y, tras recoger mis cosas, me fui.

Inmeiatamente, me movilicé para buscar otro trabajo. Incluso tenía una cita para ir a la escuela de la competencia (ubicada a una cuadra), donde hice buena relación con el director y le propuse algunas ideas para su plantel (y de paso, derrotar a la escuela de donde me despidieron). El horario era el mismo, pero el ambiente se vió mucho mas agradable. Solo faltaba aclarar lo de mi nombramiento como profesor de parte de la SEP. Esa sería una oportunidad grandiosa para mi desarrollo profesional.

Hoy fui a otra escuela, una secundaria donde solicitaban maestro de computación para primer grado. Me gustó bastante, pero al contrario de la opción anterior, esta escuela se ubica hasta el metro Constituyentes (2 horas de traslado). Se que es muy lejos, pero lo importante es que tengo ganas de trabajar y dejar atrás el fastidio que me provocara ese empleo.

En otros asuntos, llevo dos semanas sin ver a la chica que quiero... y sin establecer contacto con ella. El siguiente post será un poema que le escribí y que incluso, lleva su nombre.