martes, 14 de agosto de 2007

Vía alterna (Edición 03)


Tras haber ganado con este cuento el tercer lugar en un concurso, opte por hacerle algunas leves modificaciones. Inauguro tambien la etiqueta "Lo mejor de 10603985".

Vía alterna por Janik Ramírez

El día se apaga lentamente, como si sus brazos dejaran de acariciar la sombra de tu pelo a cada instante que pasa y se pierde en el olvido. Tu sombra, tu pedazo solar sin identidad ni nombre, va desintegrándose con el atardecer que observas mientras tu mano barajea las monedas de tu pasaje, y los microbuses atascados en alguna estación del metro pasan cual lata de sardinas rodante. Por otro lado, tus amigas estarán besuqueándose con sus novios que al día siguiente dejarán, pues en la secundaria casi todo cae –o caerá– en las garras del olvido.

Han pasado cinco minutos y el microbús no llega. Eres la única que tiene que recorrer esa ruta para llegar a casa, pues en la parada te llegas a sentir acompañada y luego de unos minutos, vuelves a tu soledad abstracta. Y así continuará este vaivén de a diario. El atardecer está a punto de terminar. Sueñas por segundos que lo miras en un bosque al lado de un hombre apuesto. Tontas, nunca sabrán lo que es el amor verdadero, piensas hasta que oyes un “Súbale, súbale…” que anuncia tu destino.

Abordas, pagas, miras como los últimos rayos arrastran el manto de la noche. Las luces se prenden ante tus ojos, incluso las del microbús. Percibes una mirada atenta oculta en los pequeños sustitutos de la luz solar, inicia en tus ojos y camina sin mapa por tu pecho, tu cintura, enfilando la vuelta tras el inicio de la falda de este uniforme que te choca usar, para terminar sus travesía visual en donde inician tus calcetas. Pero la mirada anónima descubre, poco después de principiar el camino de regreso, que existe una vía alterna, cuya desviación empieza en el borde de tu falda, pero al descubrir esa mirada, bloqueas la vía. Ni modo, la mirada se regresa por donde llegó a ti.

Ya casi llegas a “Los vapores”, unos baños viejísimos con turcos generales, individuales y quien sabe cuantos estilos más. De ahí, solo es cuestión de caminar cinco calles hasta tu casa. Tocas el timbre y desciendes del microbús. Cerca de ahí, la mirada te sigue minuciosamente hasta encontrarte. Se presenta:

–Soy Armando. Disculpa si te molesto, amiga, pero…

Has quedado rendida a sus pies. Solo le dices que te llamas Isabel. Armando y su mirada cautivante te incitan a seguirlos hasta “Los vapores”. Luego de pagar por una regadera te toma la mano. Sus dedos juguetean un rato hasta que él abre la puerta y te ofrece pasar primero.

La puerta se ha cerrado. La mano de Armando toma un botón de tu blusa y lo separa del ojal mientras tú no piensas en nada, únicamente crees ahora en el primer amor, ese que recordarás por el resto de tu vida aún sin mencionarlo. Solo piensas en eso, y su mano ha llegado a tu falda y no vacila ni un instante en desabrocharla y derribar tu bloqueo. Empiezas a ser otra Isabel, la que después de quitarse las calcetas se olvidará de todo.

Armando empieza a besarte. Él también está desnudo. El agua empieza a caer mientras tu cuerpo húmedo solo espera… el momento para conectarse y dejar atrás una noche que nunca se irá de tu mente.

La torre - Capítulo 4


La torre por Janik Ramírez
Capítulo 4

Admiró la torre, desde su base llena de negocios para gente de mucho dinero, de esa de la que casi siempre solía vivir, porque ellos admiraban su arte capturado en la lente de su Cybershot, hasta la punta donde el tiempo se había detenido subitamente con un movimiento tectónico en 1985 a las siete y diecinueve de la mañana. Su conciencia le recriminaba esta acción diciendole: David, te va a chingar tu cuñada; David, tu sobrina se va a enojar; David ¿Que no te importa tu familia? El solo respondia a estos cuestionamientos con un "A la chingada" y procedió a entrar al edificio.

Por aquellos días había una exposición de varios artistas, -algunos eran amigos suyos-, donde mostraban las percepciones y lo que llegó a representar para ciertas epocas aquél emblemático edificio de la ciudad de Mexico.

David agarró un folleto que explicaba los pormenores de la exposición y donde pasó lista de sus amigos que colaboraron a petición expresa de los organizadores del evento, Ángel Ferrara y Yusef Moctezuma, ambos pintores que ya habían logrado fortunas en subastas europeas. También estaba Marina Andrade, su amor imposible de la preparatoria Westhill, quien al fracasar como reportera cultural en un diario de Monterrey, se dedicó a hacer instalaciones para museos nuevos en México, Jessica Fernández, escritora y reportera de un semanario político, quien era una de las amigas entrañables de David, tanto que, siguiendo el ejemplo de "My best friend's wedding" -de la que Jessica era fan-, los dos habían jurado que se casarían si ninguno encontraba pareja al acabar el 2004, y David no pudo contraer matrimonio porque Jessica se encontro un novio de clase media justo el 31 de diciembre de 2004, para casarse cinco meses despues y terminar divorciada por infidelidades de el con un homosexual.

Otros de sus amigos presentes eran Carlos Arroyo, pionero del net art y creador de la web Infeccion contra la maquina, tomado del nombre de su banda favorita: Rage against the machine; Katherine García, escultora de piezas en miniatura y una rebelde que se nego a estudiar derecho por imposición de su padre estadounidense, por lo que firmaba sus obras sin el apellido Thomas, como una forma de excluirlo de su vida; y finalmente Carolina Pardo, una pintora que solía basar sus obras en el color rosa y que, extrañamente, se volvio fan de RBD.

David optó por subir piso por piso para ver las obras expuestas, no sin antes salir y tomar una foto donde la latino se pavoneaba de su antiguo esplendor en la ciudad, mancillado por la torre mayor, la de petróleos y el WTC. Entró al edificio y todos sus pensamientos enfocaron su lente hacía esa torre que lo tenía tan fascinado.