Esas palabras firmes,
macizas como la roca inquebrantable
tiemblan,
oscilan, brincan,
se les reduce la vida a pequeños suspiros
agónicos, delicados,
cuarteados que sangran con la paciencia del gotero...
es la hermosa destrucción que tú provocas,
solo tú
que reduces a ruinas los amplios discursos del amor:
poesía aplastada,
flores demolidas tras un solo beso,
susurros vueltos polvo.
Tengo el ser lleno de ciudades escritas e inventadas
un perfecto epicentro
para volver a temblar...
domingo, 26 de abril de 2009
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1 comentario:
Son los dias que no tengo miedo.
Los dias que con el alma viciada
me siento a contemplar el pasmo de la rutinas descoloridas y acaloradas
En esos (y en todos los demas días)no me importa en que costas haya ocurrido el epicentro de una locura disipada.
En esos días mi espiritu es telúrico.
Mi sombra trepidante.
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