miércoles, 25 de febrero de 2009

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Las enigmáticas banderas de Pantitlán le indicaron a la aeronave que no debia pasar a los Hangares, sino dirigirse a una pista de la Terminal Aerea, y de aquél avión proveniente de Oceanía descendió una multitud de canguros. Mientras algunos curioseaban, otros visitarian a las traviesas ardillas de Aragón para juntos, hacer travesuras en la casa del ingeniero Molina. Los canguros más neuróticos buscarían desesperados el Consulado australiano. Después, todos se reunirían para ayudar al conocido investigador Valle Gómez a resolver los misterios que envolvía la zona. Finalmente, toda La Raza tendría que decidir su destino: marsupiales y comebellotas se dividieron. Muchos grupos abordaron los Autobuses del Norte para emprender un viaje por todo el país, mientras que otros astutos canguros y alguna que otra ardilla colada, amarrarían hueso y plaza vitalicia en el Instituto del Petróleo. Pero años despues, sorprendió a todos una noticia en los diarios nacionales: Un pequeño canguro, que en uno de aquellos días se rompió la pata al saltar, se graduaba con honores como ingeniero del Politécnico, inventándose una pata artificial.

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